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pinfli

Mañana...

a) Tiempo que transcurre desde que amanece hasta el mediodía; b) Madrugada, horas que siguen a la medianoche hasta que sale el sol; c) Tiempo futuro, pero indeterminado; d) El día que seguirá inmediatamente al de hoy; e) En tiempo futuro. Estas son algunas de las definiciones de esta palabra que recoge el diccionario manual de la lengua española de Larousse.

Estoy aprendiendo a entender por "mañana" las definiciones c) y e), aunque hasta no hace mucho casi siempre entendía la d) si no había alguna cosa en la conversación o en la lectura que me hiciese entender alguna de las otras definiciones.

Mañana, tiempo indeterminado, nebuloso futuro en el que pasará, o se hará alguna cosa. Me cuesta un poco acostumbrarme a ese cambio, prefiero, la verdad, no confundir "el mañana", con mañana. En mi caso, si digo "mañana haré tal cosa", me esforzaré en realizar al día siguiente lo que afirmé, y si no puedo hacerlo, lo volveré a intentar, sin que ello signifique (al menos para mi), relegar a un tiempo indeterminado la realización de mi afirmación. Todo esto viene a cuento de cómo algunas personas utilizan la palabra "mañana" como fórmula para no hacer algo, como forma de relegar a un tiempo indeterminado alguna cosa.

Porque para mi, mañana sigue siendo el día que seguirá inmediatamente al de hoy. El mañana, el tiempo futuro pero indeterminado, lo dejo para otras cosas, para las que todavía están por nacer, para dejar abiertas las páginas de la agenda a la espera de colocar una fecha que signifique un comienzo, o un final de algo.

un otoño de 1997, un otoño de 2005

Supongo que alguna vez me quisiste, aunque estoy convencido que ese sentimiento se extinguió hace tiempo. No se puede convivir con alguien a quien se supone que se quiere y, a la vez, colocar un anuncio buscando una habitación sin comentarlo, sin decir nada a la persona a la que se supone que se quiere. Dijiste que fué un arranque, un ataque de rabia..., pero tu y yo sabemos que ese anuncio estaba demasiado bien montado, que le añadiste tus fotos, que eras muy consciente de lo que hacias. Ese anuncio estuvo puesto una, dos, tres semanas? Si hubiese sido un arranque, el mismo día que lo colocaste o, al día siguiente, lo hubieses retirado. Sólo lo hiciste cuando yo te hice ver que conocía su existencia.

No puedo negar que pudieras tener tus razones. Todos tenemos nuestras razones para hacer una cosa u otra. Pero si me querías, ¿porqué no me dijiste que no podías más?, ¿porqué no me gritaste tu hastío? Como siempre, te era más fácil actuar sin hacer frente al problema.

Sabes, cuando hace cuatro meses comenzó nuestra separación física, que tú pediste (por que necesitabas tiempo, y aún no sé para qué...), yo quería hacer lo imposible para cambiar las cosas, para cambiarme a mi. Pero pronto comencé a darme cuenta que tu no querías cambiar nada que te implicase a ti, tu no sentias que tuvieses que cambiar nada, la responsabilidad de que las cosas mejoraran en nuestra relación era, como con casi todo, sólamente mía. Y las cosas en una pareja no son cosa de uno, es cosa de dos.

Después de un mes de separación comencé a darme cuenta de que únicamente con mi esfuerzo no podría arreglar nuestra relación, en ese punto comencé a plantearme que no podríamos seguir juntos. Después de ocho años de relación, llegué a la conclusión de que no podíamos seguir de esa manera. Lo que comenzó un otoño de 1997, acabó en el otoño de 2005.

Hace ya dos meses y medio que te planteé que cada cual viviese su vida. No me había imaginado lo duro que sería, pero he de agradecerte que no hayas hecho nada que me haya hecho replantear mi decisión. Supongo que, fundamentalmente, porque coincidía también con tus deseos. Ojalá nos vaya bien, a los dos.

Dieciséis quilos

Es lo que llevo perdidos en cuatro meses. El sobrepeso acumulado por la depresión, por la ansiedad. Voy perdiendo lo que había ido acumulando durante seis años y, sobre todo, en los dos o tres últimos. Es duro deshacerse de todo ello. Es duro pero, a la vez, gratificante. Y lo es porque con lo que pierdo, gano. Recupero partes de mi que había desterrado. Y comienzo, de nuevo, a aprender a vivir solo.

Comenzar de nuevo. Después de ocho años de vida en pareja, después de seis años de auto-anularme. Después de años de negarme cualquier derecho, cualquier alegría. Aquí estoy, lanzando lastre e intentando aprender de nuevo a caminar solo, intentando aprender de nuevo a relacionarme con los demás, de otra manera, aceptando que soy como soy, dándome permiso a equivocarme, dándome permiso para intentar ser feliz.

Estoy a punto de cumplir 44 años. De ellos, pocos periodos recuerdo felices. Pero se que puedo serlo. Se que puedo tirar adelante, se que puedo intentar vivir en paz conmigo mismo y encontrar la felicidad de nuevo.

que llueva alegría en el 2006...

Las normas de comportamiento social nos obligan, en ciertos momentos del año o de nuestras vidas, a realizar ofrecimientos de buena voluntad hacia los demás, tengamos o no ganas de hacerlo.

 

Lo cierto es que, como final y como comienzo de un nuevo ciclo, el final del año puede ser, más allá de las obligaciones sociales, un buen momento para realizar un ejercicio de valoración de lo acontecido en el periodo que termina, y una lista de propósitos para el que comienza. Con ella, con la lista de propósitos y deseos, también es posible realizar una extensión de nuestros buenos deseos hacia los demás, sobre todo hacia aquellos y aquellas a quienes sentimos más cerca.

 

Es un momento en el que, también, se notan las ausencias, las pérdidas. Los seres queridos que, por cualquier motivo, no están a nuestro lado, se hacen notar precisamente por el hueco que han dejado en el tejido de nuestras emociones.

 

Pero dirijamos nuestra mirada hacia el futuro. Más allá del dolor por las ausencias, más allá de la valoración de lo acontecido en el pasado, están los proyectos para el futuro, las ilusiones en aquello que ha de acontecer, la esperanza de que nuestros pasos nos lleven a nuevas oportunidades de felicidad.

 

Miremos, pues, hacia el mañana. Tenemos derecho a esperar que, en la lotería de la vida, alguno de sus premios nos salpique con unas cuantas gotas de alegría.

 

Que sobre ti llueva alegría en el año que ha de comenzar, que encuentres al alcance de tu mano muchas oportunidades de ser feliz…

¿Eres Wendy o Peter Pan?

Un interesante artículo de la revista Impar que nos describe a muchas personas, que sin darnos cuenta, nos negamos a asumir la madurez y la responsabilidad de ser maduros...

http://www.revistaimpar.com/contenidos/ver-reportaje.asp?index=93

pinfli: apelativo cariñoso, tontín, ingenuo

Soy pinfli. Lo reconozco y lo acepto. La palabreja surgió para mosquear a un niño de cinco años, pero ha adquirido vida propia, y se ha convertido, un poco, en reflejo de mi persona...